Las academias de la vida

 

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Para los artistas la academia más importante no es la que se encuentran en las aulas, a lo largo de los siglos, el aprendizaje primero y el más profundo se encuentra en cultivar la mirada acercándose a trabajos de otros creadores, ya sean del pasado o el de los propios contemporáneos. Ver otras obras de arte, revela muchos más caminos que los que pudieran obsequiar los tratados teóricos o cualquier lección técnica, sobre todo, porque al mirar la obra de otro creador, vemos una propuesta ya resuelta, de modo más o menos afortunado. Para un artista como Rodrigo Ímaz, quien colecciona imágenes con las cuales desarrollar diálogos creativos, sin importar su origen (periodístico, publicitario, artístico, etc), resulta todavía más relevante esa confrontación. A final de cuentas la historia del arte es un inmenso coloquio, los artistas no nacen por generación espontánea, su mirada se alimenta de las líneas, los claroscuros, las composiciones que otros han desarrollado y, partiendo y condensando lo aportado por otras obras, con las ideas y sentires que uno trae y quiere expresar, surge una nueva imagen y un concepto y expresión renovada.

 

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Esta exposición lleva a un extremo esta situación, al darse un diálogo creativo de los trabajos de Rodrigo con la colección gráfica de la galería Matos, un acervo deslumbrante en el que circulan desde nombres clásicos del arte nacional e internacional, hasta estampas antiguas que fueron ilustraciones científicas o de libros y publicaciones literarias. El ejercicio ha sido más incorporarse como artista al trabajo curatorial y crear con la producción propia un comentario hacia las piezas de los otros o viceversa, resignificar las imágenes artísticas de Rodrigo y las de la colección Matos, al ponerlas juntas y abrirles así significados nuevos, que pueden ir desde el comentario chusco hasta una reflexión sobre la evolución del clasismo o de la democracia desde los tiempos en que fue concebida la imagen del otro hasta nuestros días. Es la oportunidad de colocarse cara a cara con varias de las obras y artistas que han influido en la manera de crear que se representan las imágenes de Ímaz, es la academia viva. A lo largo de la muestra, pueden verse afinidades y disensos estéticos, posiciones técnicas o dibujísticas que pueden señalar un aprendizaje o una ruptura, pero sobre todo, se mira cómo funciona la mirada como herramienta creativa y no pasiva de aprendizaje, el ver no es sólo absorber sino transformar para construir y ser, es ese ritmo y modo único de girar el caleidoscopio de la historia del arte, que aporta la manera personal de configurar y expresar de un artista.

 

 

Fernando Gálvez de Aguinaga