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TALACHAS
EN
LA ACADEMIA DE SAN CARLOS

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,

lámparas y la línea de Durero,

las nueve cifras y el cambiante cero,

debo fingir que existen esas cosas

Jorge Luis Borges en  “El enamorado”

En 1778, Antonio Gil llegó a la Nueva España con el propósito de acuñar monedas que además de su valor económico tuvieran un sentido estético y posteriormente fundó la Real Academia de San Carlos de las Nobles Artes de la Nueva España en 1781. Textualmente, el arte al servicio del dinero impulsó la creación de dicha institución, hoy llamada simplemente Academia de San Carlos. Desde entonces tanto el arte como la sociedad mexicana han sufrido varias transformaciones.
Para llevar a buen puerto su empresa, se sabe que además de herramientas de grabador, Antonio Gil -personaje que nos mira con leve mueca efímera desde el retrato oval grabado-, traía consigo tratados y estampas de artistas modélicos como Alberto Durero. Lo que no se enseñaría en las aulas de ese tiempo, es que Durero dió ciertas batallas muy importantes dentro del arte, como la de autorretratarse en varias ocasiones, haciendo de la obra una expresión absolutamente personal y fuera de los encargos del mecenazgo, o la de elevar el grabado al mismo nivel de las Bellas Artes, haciendo obras maestras per se, desprendidas de su carácter ilustrativo de libros o de copia de pinturas. Esas dos batallas las profundizaron después tanto Rembrandt como Goya. Fueron batallas desde la creación misma, que evolucionaron en muchas formas hasta la abierta confrontación de las academias con las vanguardias a finales del siglo XIX y principios del XX.

A su vez, la ruptura de cánones estéticos, tenía rupturas más profundas como la invención de nuevas estrategias y géneros de arte en el Dadaísmo y el Surrealismo, que implicaron el nacimiento del arte objeto, la acción performativa, las instalaciones y otras que sacaban al arte de las cuatro esquinas de la tela del cuadro o del papel del dibujo o el grabado. Para cuando Rodrigo Ímaz llegó a dar clases de dibujo a la Academia de San Carlos, ya bien entrado el siglo XXI, las revoluciones estéticas y conceptuales del arte ya habían terminado de liberar al ser creador de los parámetros académicos que regían su quehacer.

En esta exposición, Rodrigo pone a dialogar su obra con las colecciones de la Academia de San Carlos y con la colección Rafael Matos. Resignificando obras a partir de colocarlas contiguamente a entablar un diálogo, la exposición abre con una escultura creada ex profeso para la muestra: una llanta en mármol. La escultura podría pertenecer al pop, pero es abiertamente conceptual, confronta la estética académica de los yesos de esculturas clásicas, cuestionando qué es más original: ¿su llanta de mármol o las obras griegas, romanas o renacentistas que son copias en yeso de originales marmóreos? La cultura de las copias es uno de los elementos del arte contemporáneo y parece originarse en la academia.

Talachas_marmol negro tallado_2024.jpg

"Talachas"

Mármol negro tallado

125 x 75 x 75 cm

2024

Por su lado, en sus clases de dibujo, Rodrigo impulsaba a los alumnos a salir a las calles y apropiarse de los objetos y estéticas de ese mundo vivo, cotidiano, como lo hizo en su momento Melquiades Herrera. La muestra se plantea como un gabinete de maravillas, pues esa era además la museografía generalizada cuando en el siglo XVIII estas galerías públicas se convirtieron en las primeras del continente. En este diálogo con la historia de la Academia, la Historia del Arte y la Historia de México, uno de los ejes también que aglomera todo es el humor, algo con lo que Duchamp jugó mucho; recordemos sus bigotes sobre la cara de la Mona Lisa. En ese sentido, el comentario Goyesco que flanquea el retrato de Antonio Gil con el grabado del chango señala los resortes humorísticos de muchas de las analogías y diálogos con la Historia del Arte. En otros casos, como la escultura y la pintura de la Bluetlicue, nos recuerdan que la Coatlicue visitó la Academia a petición expresa del sabio Humboldt para poder estudiarla, pero que poco después de haber sido exhibida aquí se le volvió a demonizar y fue nuevamente escondida y enterrada de nuevo.
Por último, es importante señalar que el 27 de septiembre fecha de la inauguración, coincide con la fecha de consumación de la Independencia, así como con la fecha de nacimiento del heterónimo Rodrigo Maíz y del propio artista, haciendo de la misma fecha una raíz autorreferencial que integra la muestra. 
                                                                                                   
                                                                                                                           Fernando Gálvez de Aguinaga

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